Los atardeceres del otoño
impregnan de luz y de color las hojas que con tanta belleza no pueden mantener
en los árboles y finalmente se deslizan sobre el aire para llegar a su destino,
ese destino no es trágico sino que simboliza un nuevo amanecer, un paso a la
otra vida y a la esperanza de vivir un día nuevo en el siguiente milenio, una
vida nueva siendo algo distintos, pero sabiendo algo más del mundo que nos
rodea. La experiencia y la sabiduría, la vejez y la nostalgia, pero no sin
dejar paso a la alegría del día nuevo que llega a nuestras vidas, nadie sabe
qué depara, nadie sabe qué aguarda, pero la oportunidad de saberlo está ante
nuestros pies, demos un paso adelante y descubramos algo nuevo. Serán los años
a nuestras espaldas los que nos digan que no podemos encontrar nada nuevo, pero
tan sólo la primera sonrisa del día, la primera mirada de luz y de color que
choca en nuestras retinas es algo nuevo.
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